Por Jorge Galindo
Este era un humilde predicador, dedicado a asistir leprosos, reparar capillas y realizar labor evangélica. Cuenta la historia que mientras predicaba por la campiña de Rieti, en Italia, le sorprendió el crudo invierno. La sencillez y humildad de su vestimenta le obligó a refugiarse en una Ermita.
Era la Navidad del año 1223. Giovanni di Pietro Bernardone, conocido posteriormente como San Francisco de Asís, recibió en la paz de la ermita la inspiración de reproducir en vivo el misterio del nacimiento de Jesús. Este renovador de la espiritualidad cristiana, construyó un portal de paja a modo de pesebre, trajo un buey y un asno de los campesinos del lugar e invitó a un pequeño grupo de ellos a reproducir la escena de la adoración. Esta representación pronto se propagó por toda Italia, luego a España, y con ella al resto de la Europa católica. A México nos llegó como tradición en la colonia.
Al compartir contigo esta historia, pienso en el bombardeo consumista con el que se nos invita a celebrar el espíritu navideño a través de juguetes caros, pantallas planas y todo tipo de regalos costosos. Sin embargo, el impacto personal que puedes tener entre tus seres queridos es mayor de lo que imaginas.
Lo que haces y piensas, influye a las personas con las que convives; y a su vez, ellos afectan a otras personas. ¿Cuándo iba a imaginarse San Francisco la resonancia que iba a tener en el mundo su pequeño gesto en esa apartada ermita?
El efecto de una palabra o una acción amable pasa de una persona a otra. Su impacto crece y puede convertirse en una fuente de gran alegría e inspiración. Es como cuando tiras una piedra en aguas tranquilas. Las ondas se propagan y se expanden a medida que avanzan hacia el exterior.
Toda transformación, al igual que cada onda, tiene un punto de origen.
Tú puedes ser uno.
En esta navidad procura mantener una presencia más consciente, una respuesta más sensible y sana, una acción de apoyo o servicio. Este puede ser tu regalo más valioso para tus seres queridos, tu comunidad, y finalmente, el mundo.
Con una sencilla representación, el santo de Asís nos legó una tradición que lleva siglos. ¿No podrá pasar igual con un acto tuyo de amor y bondad?
Hasta pronto.
Jorge Galindo
Director de CÓRPORE
www.corporal.com.mx