Por Kriss Pando
Deja que te consientan y te amen. Deja que la gente te apoye. Deja que te abracen cuando eso te hace sentir bien. Deja que alguien te escuche, te apoye y te aliente cuando lo necesites. Recibe el consuelo de la presencia física de otra persona cuando lo necesites. Deja que se te apoye emocionalmente y que se te cuide.
Durante demasiado tiempo hemos estado en el fondo, atendiendo las necesidades de los demás y afirmando que no tenemos necesidades propias. Hemos cerrado, durante demasiado tiempo, la parte nuestra que anhela que la consientan.
Es tiempo, ahora, de afirmar esas necesidades, de identificarlas y de comprender que merecemos que se satisfagan.
¿Cuáles son nuestras necesidades? ¿Qué nos haría sentir bien? ¿De qué maneras nos gustaría que los demás nos consintieran y nos apoyaran? Entre más claros podamos ser acerca de nuestras necesidades, mayor será la posibilidad de que se satisfagan. Abrazos. Un oído que escucha. Apoyo. Aliento. La presencia emocional y física de gente que se interesa por nosotros. ¿No suena bien eso? ¿No suena tentador?
Una vez alguien me dijo: “Los ochentas han sido una década de “yo”; ahora, tal vez, los noventas puedan ser una década de “tú”.
Mi respuesta fue inmediata. “Que los noventas sean una década de “tú y yo”.
No importa cuánto tiempo llevemos en recuperación, nunca sobrepasaremos nuestra necesidad de que nos consientan y nos amen.
Kriss Pando