Por Bruno Díaz
Por un lado, la tragedia y la pérdida, la conmoción y el shock, la más absoluta soledad y desesperanza; del otro, la unidad y solidaridad, la sencillez de la vida, reflejada en sonrisas y vasos con agua, en comida, cobijas y escucha. De un lado del derrumbe, el azoramiento; del otro, la maravilla de lo más profundamente humano.
Más allá de los nombres, hay un alma que se levanta cuando las certezas se derrumban.
Las crisis tienen esas dos caras: la de la desolación, el quedarse rondando en las ruinas de lo que fue, como fantasma, y también esta otra, donde, desde los escombros, surge lo que nos une, lo que nos hace dar todo por una mano, y dar o provocar una sonrisa.
El miedo y la fuerza danzan juntos en una danza que se realiza en la frontera divisoria de las dos facetas de las crisis.
Las crisis invitan a vivir en el presente, cambiado, distinto, impredecible, y a encender el fuego de una fe en que somos el camino y que nos acompaña, y que somos algo más grande y trascendente que se manifiesta a través de mí y de ti, más allá de los nombres e historias.
Este sismo ¿Qué nos deja ver que es importante?, ¿Cómo nos humaniza y nos hace tocar el corazón y dar una mano, una palabra, una escucha, un corazón, alguna opción y poder acompañar de una y mil formas al otro, que también soy yo?
De un lado los porqués y las lágrimas; del otro lado, los cómos y las sonrisas.
Cuando las certezas y fronteras se derrumban, nos encontramos ahí, cara a cara con el otro y con su historia. De pronto, nos encontramos nosotros mismos, cara a cara, con nuestra propia historia y heridas, emociones y conmociones. “Hay una grieta en todo/ es ahí, por donde se cuela la luz”. De la grieta, se cuela la luz; y la luz es un saber, y también un sentir. Es también un otro que soy yo, y es la medicina que surge de las historias que, antes de sanar, supuraban veneno.
Estamos de paso, y en ese paso bailamos, y, este baile, es con el otro.
Bailamos sobre los escombros del ayer, la sinfonía de la luz que se cuela por la grieta… Recordemos que nuestros párpados son también grieta dentro la oscuridad, y, en un parpadeo, la luz que abre una consciencia, que es ambas.
Dentro y fuera, luz y oscuridad, tú y yo…
Bruno Díaz
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