Por Bruno Díaz
Decía el viejo loco que el silencio le decía cosas.
Una de ellas es que al escucharle (al silencio), este le invitó también a hacer silencio de cuerpo; es decir, detenerse e ir más lento.
Ahí, el silencio le dijo que aguardase silente; ahí le develó que “si-lente”, tiene que ver con lento y que también “si-lente”, parece a andar sin lentes; quitarse las gafas con las que vemos lo cotidiano y su matiz que confundimos con la realidad.
Al quitarse los lentes de la prisa, el agobio y el agravio, el viejo loco encontró, en el cambio de línea y de ruta de su locura, un regalo: el andar sin lentes, silente y, así, enlentecido, pudo entrar en el silencio de las cosas.
Ahí dijo que era hermano de todo…
Bruno Díaz