Por Sheri Winston
Traducción de Ana Gabriela Blanco
Nadie es neutral cuando de sexo se trata. Todo el mundo defiende su propio catálogo de opiniones, creencias, sentimientos y valores al respecto. Nuestras actitudes se consolidan mayormente a través de la cultura que nos sustenta y, cualquiera que sea nuestra situación e historia personal, e independientemente de qué tan cohesionados estemos o no en torno a una creencia, existe una verdad que es igual para todos: occidente moderno está obsesionado y confundido sobre el sexo.
Comencemos con la parte obsesionada. Las imágenes sexuales o ideas alusivas al sexo están por todas partes. Nos adoctrinan constantemente sobre la importancia de ser sexis y apetecibles, y nos venden un deseable barniz de sensualidad salvaje. Las imágenes que acompañan este embate son tan predecibles como limitantes: cuerpos delgados y curvilíneos ocupando un mundo de fantasía en el que nadie envejece y la belleza está definida por un estándar irreal de fotoshop; y, al mismo tiempo, con los mensajes sobre lo genial que es ser joven, sexi y estar a la moda recibimos también un mensaje encubierto que nos advierte que el sexo es incómodo y vergonzoso. La inferencia es que los cuerpos son desagradables, especialmente los cuerpos reales, que sudan y sangran y caen fuera del delgado margen de la belleza de portada de revista.
¡Bienvenidos somos al mundo de los mensajes cruzados! Para conseguir pareja, y por tanto, la felicidad, deberás ser sexualmente deseable, pero expresar demasiada sexualidad espanta a cualquier posible pareja. Debes ser grandiosa en la cama, y mientras más salvaje mejor, pero no parezcas una puta. No seas estrecha y mojigata, pero no te expreses libremente, que eso es acoso.
Estos mensajes en conflicto confunden de una manera inadvertida pero profunda y grave, pues son causa de enorme sufrimiento, vergüenza, insatisfacción generalizada y conducen a comportamientos dañinos e irresponsables, y a un pésimo, pésimo sexo.
Extracto del libro Woman´s Anatomy or Arousal de Sheri Winston.
Traducción Ana Gabriel Blanco
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