Por Bruno Díaz
En ese momento, en el que sientes que la vida carece de sentido, espera un poco. En vez de exigirle a la vida que te dé un sentido, detente, porque el sentido es una semilla que está en ti, no en algún lugar de tu cuerpo o de tu mente, sino en tu existencia completa.
La semilla de lo interno necesita incubación en la oscuridad de la consciencia.
Recordemos lo que las plantas nos enseñan: que sus raíces deben vivir ahí, donde no entre la luz directa sino viajando en el agua, raíces que van penetrando la tierra para remover los nutrientes, esos, que las raíces llevan a toda la planta; así, la savia recorre, cada hoja, el tallo y las flores, donde las hubiere.
Por eso, nos confundimos; queremos ver dentro de la tierra, cuando, tal vez, nos toque simplemente sentir; como esa semilla que se abre en la sana oscuridad de nosotros que la envuelve, la protege y la contiene mientras eclosiona.
En ese reventarse desde dentro, en esa putrefacción, un mundo surge. ¿Te has sentido alguna vez, quebrada, sin luz y podrida? Tal vez, enojada y temerosa, corres a quitarte ese incómodo estado y te aferras a una relación, a un anhelo, a quejarte o a culpar; a tu pasado, a tu pareja, a tu trabajo. Aunque a veces el sufrimiento encaja en algunos de estos lugares, en otras, se trata de un momento de crecimiento profundo y lento.
Espera un poco, siente, deja que la planta del interior brote; ya sabrás de qué tipo de árbol o de flor se trata. Cada semilla guarda el árbol o la flor del futuro, y trae consigo todos los árboles y todas las flores que le precedieron. Así, entonces, el árbol o la flor, tienden sus raíces en el pasado y en la profundidad que les alimenta, yerguen su tallo o tronco, en el plano de todos los días, en el escenario compartido de lo cotidiano, y, extienden sus ramas o pétalos, al infinito; uno de cuyos muchos nombres es el futuro.
Algunas veces cuando nos sentimos carentes de sentido, sin perspectiva, aprisionados y encerrados, pensemos en la semilla y en esa oscuridad (nosotros también, venimos de la total oscuridad acuosa del ambiente intrauterino). Sintamos, nutramos, cuidemos a la vida que, desde lo profundo, viene por nosotros, hacia el espacio abierto del presente y a la danza con el infinito:
Atrás y abajo,
toda raíz y todo ancestro
afuera y en horizontal,
todo hermano y todo presente
arriba y adelante,
todo hijo y todo nieto,
todo futuro.
Bruno Díaz
Visita en Facebook Los Parajes del Alma
¿Quieres contactar a Bruno para una consulta? Escribe a bruno_d77@hotmail.com