Por Claudia Sánchez Musi
Lo que se hace por amor
acontece siempre
más allá del bien y el mal.
Nietzsche
Cuando todos en la tierra reconocen la belleza
como belleza, surge la fealdad.
Cuando todos en la tierra reconocen lo bueno
como lo bueno, surge el mal.
Lao Tsé dice:
«En el momento en el que empiezas
a pensar en el orden,
los opuestos son complementarios.
No intentes ser perfecto,
intenta ser total».
Bhagwan Shree Raj Neesh
Los seres humanos hemos aprendido a separar lo bueno de lo malo, lo bello de lo feo, la luz de la oscuridad. Esta división nos ha hecho juzgar y condenar siempre los opuestos. Juzgamos lo malo y condenamos todo lo que quepa en esa palabra, rechazamos lo feo y señalamos a todos los que consideramos que tienen características detestables. Lo que no hemos observado es que, al rechazar y juzgar mal, negamos una parte de nosotros mismos. Vivimos en una lucha constante por alejar el mal de nuestras propias vidas y no miramos el “mal” que hay dentro de nosotros. La lucha es interna, no externa.
Una paciente me comentó: “¿Cómo puedo dejar de juzgar el mal si a todos nos afecta, si hay delincuencia, robos, secuestros, violencia, y gente mala?”. Mi opinión es que ese tipo de situaciones suceden como un reflejo de nuestro interior, como una gran enseñanza que nos permite ver “el mal” que reside en nosotros. Sin embargo, al juzgarlo y alejarlo no aprendemos la lección, seguimos dividiendo y pensando que eso ocurre afuera, cuando en realidad sucede dentro y no somos capaces de mirarlo.
Todos tenemos una parte oscura y al tomar conciencia de su existencia lograremos una transformación a partir de la aceptación.
El autoconocimiento empieza cuando miramos esas partes nuestras y entendemos que en ellas radican el conocimiento y la trascendencia de la humanidad. En realidad, no aprendemos de lo bello y lo bueno; esto enriquece el alma, pero lo que nos hace aprender es lo que calificamos como malo. Al ver que el bien y el mal provienen de una misma fuente: el amor, regresamos a la conciencia de la unidad, que es la conciencia del ser parte de un todo divino e infinito, es imposible de separar.
Vivir en la conciencia de unidad nos permite ayudarnos y apoyarnos como seres humanos, ser compasivos y recordar que el otro, por malo que sea, al igual que tú, necesita amor porque los dos fueron creados por la misma esencia divina.
Claudia Sánchez Musi
Fragmento del libro Pacto de Amor: Cómo construir una pareja saludable de Claudia Sánchez Musi, Ed. Tártaro: México, 2014. Págs. 130-131.
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