Por Andrea Weitzner
El miedo es un mecanismo de advertencia que nos indica la presencia de elementos que en algún punto del pasado amenazaron nuestra existencia. Tiene una función de prevención, pero en la supresión del mismo es que re-creamos justo la vivencia que tanto temíamos. Solo permitiéndonos sentirlo sin resistencia es que este pasa – pero dejándonos su gran mensaje preventivo. Es entonces que podemos tomar acción, evitándonos así un suceso desagradable.
Las personas que tienden a subir de peso son personas con muchos miedos. Tantos, que no se permiten sentirlo en ningún momento, por lo cual recaen en el ciclo de anestesia oral, usando la comida como medio.
El miedo no es ni bueno ni malo; tiene una función, si utilizamos la herramienta, se transforma de ser enemigo a un gran aliado.
Dejando ir el miedo
Permítete sentir tu miedo… ¿Cómo es? ¿Lo ubicas en alguna parte de tu cuerpo? Cuando lo sientas, relájate, suelta la tensión y deja que pase a través de ti. Respira profundo. ¿Ves alguna imagen? ¿Te llegó algo a la mente “de repente”? ¿De la nada te llegó la iniciativa de llamar a alguien, solo para descubrir que esa persona necesitaba de tu ayuda?
El miedo es una brújula, una guía. No lo suprimas, deja que te hable y deja que se vaya. Si lo aceptas, pasa; si lo resistes, se queda de fiel compañía.
Fragmento del libro: Metamorfología: la llave maestra para modelar tu cuerpo. Pág: 48 – 49.