Por Alicia Infante
La Sombra, según Carl Jung, es un aspecto de nosotros que desconocemos, ya que habita en el inconsciente y que, por lo mismo, negamos de nosotros mismos. Es, por así decirlo, nuestro lado más obscuro, el que más tememos y el que, si no aprendemos a ver y a reconocer, proyectamos inevitablemente en los demás por medio de juicios, críticas, etc.
Si lo femenino tiene una cualidad incluyente, entonces lo femenino, la energía femenina que todos llevamos dentro, nos ayuda a ver, reconocer, aceptar e incluso, aprender a amar nuestros lados más obscuros, esos que tienen que ver con la historia de nuestra vida. Esta es la historia con la que estamos tan identificados, que muchas veces la usamos para justificar nuestros comportamiento erráticos, como nuestra incapacidad de dar y recibir amor, de responsabilizarnos ante nuestra propia existencia, de dejar de culpar a nuestros padres o a otras personas por nuestro sufrimiento, proceso de madurez, etc.
Nuestra energía femenina nos puede ayudar a transformar la historia de dolor y sufrimiento de nuestra vida en sabiduría y crecimiento.
La energía femenina nos da la capacidad de ver a nuestra Sombra, de ver nuestros lados más obscuros como partes de nosotros, y que necesitan ser aceptadas, amadas, e integradas. Rabia, resentimientos, frustración, depresión, ansiedad, etc. son solo algunos síntomas, manifestaciones de nuestra sombra.
Si aprendemos a relacionarnos de una forma amorosa y compasiva con nuestra sombra, viendo más allá de nuestros síntomas, seremos seres más completos, más sabios, con más poder sobre nuestra vida, pues el poder de lo femenino tiene la cualidad de incluir, de abrazar, de contener, amar y ver sin juicio.
¡El poder de lo femenino que tiene la cualidad de poner Luz en donde hay obscuridad!
Nuestra historia de dolor la podemos usar o, al revés, ella nos puede usar a nosotros. Si la vemos, la reconocemos y aprendemos de la Sombra, podemos reconciliarnos con ella y aprender que, cada aspecto de este lado oscuro, es una oportunidad de crecimiento.
Cada experiencia dolorosa es y ha sido parte de un Todo y, si excluimos o rechazamos una parte, tarde o temprano se manifestará por medio de un síntoma, ya sea físico, emocional, o en forma de proyección por medio de relaciones conflictivas con los demás, ya que, todo aquello que no aceptemos de nosotros mismos, no lo podremos aceptar de los demás.
Alicia Infante
¿Te gustaría iniciar un proceso de terapia y mindfulness (consciencia plena) con Alicia? Manda un correo a hola@www.iosoi.la