Por Claudia Sánchez Musi
La relación más importante en esta vida es la relación que tenemos con nosotros mismos. Solemos pensar que si fomentamos el amor y la entrega en nuestras relaciones de pareja, de familia, de amigos, etc., todo marchará bien; sin embargo, lo hacemos, y al final nos queda un vacío en nuestro corazón; un vacío que jamás podrá ser llenado por ninguna otra relación, excepto por la relación que mantengamos con nosotros mismo.
Hoy, te invito a reflexionar: ¿Cómo es tu relación contigo mismo? ¿Cómo te hablas? ¿Cómo te miras? ¿Qué piensas sobre de ti? ¿Cómo eres contigo mismo con respecto a tus errores? Quizá te alagues cuando las cosas salen bien y te castigues cuando cometes un error. Observa qué partes rechazas de ti mismo y qué partes aceptas. ¿Eres amoroso contigo mismo, o demasiado severo en tus juicios? ¿Eres amable contigo mismo? Cuando te miras al espejo, ¿te sonríes?
La forma en como nos relacionamos con nosotros proviene, la mayor parte de las veces, si no es que todas, de la relación con nuestros padres. Su presencia y sus voces de amor-desamor, aprobación-desaprobación, etc., se han quedado grabadas en nuestro inconsciente a tal grado que, cuando nos referimos a nosotros mismo, muchas veces son esas voces las que están hablando. Pero aquí sucede algo de lo cual tenemos que estar muy alerta: se supone que en esta vida no hay amor más grande que el amor que sienten los padres por sus hijos. El niño, vive este amor desde la idealización, pensando que esos seres, que son todos su mundo, son lo mejor que hay, y que, si no es amado por ellos, entonces no es merecedor del amor. Esta es una emoción que se queda grabada en lo más profundo de nuestra alma. Pero hay que recordar que, los padres son seres humanos, y como tal, su amor, por más grande que sea, es humano, imperfecto, con muchos errores. La lógica del niño es: si mis padres, que son los que más me aman en el mundo, me lastiman, eso es lo que merezco. Esta creencia se repite en innumerables ocasiones para ser vista y sanada. Otra creencia que se queda en nuestro interior es la siguiente: si el amor de los padres es el más grande, no habrá nadie que me quera como ellos. Pues resulta que si no te quisieron lo suficiente, te lastimaron y cometieron errores, tú te encargarás, con base en esta creencia, de que nadie te quiera más que ellos, ni siquiera tú mismo. Y aquí vengo a darte una noticia hermosa y esperanzadora: hay aun amor, que no es el amor humano, sino el amor divino, que te acepta y te abraza tal como eres. Ese es el amor que Dios, tu creador, siente por ti. Comienza a mirarte como Dios te mira, con ese amor incondicional.
Claudia Sánchez Musi
Fragmento del libro Pacto de Amor: Cómo construir una pareja saludable de Claudia Sánchez Musi, Ed. Tártaro: México, 2014. Págs. 105-106.
¡Adquiérelo en Amazon o a través de iosoi.la !