Por Lucrecia Villanueva Struck
El enojo y la tristeza son emociones generalmente consideradas negativas, por lo que tienden a ser poco aceptadas. Es así como, a lo largo de nuestra vida, nos «entrenan» para no enojarnos, para sonreír y siempre pasarla bien. Nos piden no entristecernos, a pesar de que ser humano implica tener todos estos sentimientos.
Sin embargo, estar triste también es importante y sano, pues te permite saber que el rumbo que llevas quizá no sea el correcto, y por lo tanto, te da la oportunidad de verificarlo.
Estar triste te permite recordarte de tu vulnerabilidad y eso te vuelve humilde.
Estar triste te lleva a quedarte quieto, y así poder entrar en tu interior para escucharte y conocer tus secretos, aquellos que prefieres fingir que no existen y que, quizás, los encuentres con un gran regalo de sabiduría.
Estar triste te permite llamar a tus amigos, acompañarte de ellos y saber quiénes están realmente contigo.
Estar triste equilibra, calma, te da profunda sabiduría, y te enseña a ser más humilde.
Sí, vivir la tristeza es importante, sin embargo, ten cuidado, no permanezcas ahí demasiado tiempo, no vayas a creer que “eso” eres, porque al igual que la felicidad, la tristeza es un estado pasajero.
Estamos en continuo movimiento y solo al adentramos en cada estado emocional podremos encontrar el equilibrio.