Por Claudia Sánchez Musi
Las emociones viajan por medio de los fluidos corporales, y la sangre es la que transporta el amor. Un ejemplo claro de este proceso es el de la pareja enamorada: cuando nos acercamos al ser amado, surge una extraña química que nos hace sentir un imán hacia él, que nos atrae con fuerza.
Al estar más cerca el uno del otro, la sangre comienza a llenar las zonas erógenas de nuestro cuerpo, lo que provoca el contacto íntimo en las partes donde llega muy cerca de la superficie, como los pezones, los labios y los órganos genitales.
Las emociones se originan en las entrañas y buscan la manera de expresarse. Si no se interrumpen, llegarán al pecho (al corazón) y se prepararán para salir por la boca, la palabra, los brazos, las manos y los genitales.
La parte emocional del corazón es la que nos permite sentir, especialmente dar y recibir el amor que ahí reside. Pero en la memoria de este músculo no solo se guarda el amor, sino otros muchos sentimientos, como amor-odio, ternura, depresión, pena, añoranza, compasión y pena.
Fragmento del libro Pacto de Amor: Cómo construir una pareja saludable de Claudia Sánchez Musi, Ed. Tártaro: México, 2014. Págs. 109-110.