Por María Islas
Encuentra una postura cómoda con la espalda recta, no tensa.
Relaja los brazos y deja que las palmas descansen suavemente sobre tus piernas.
Cierra ligeramente los ojos y pon atención a la distancia entre tus hombros y orejas; trata de relajar los hombros de tal manera que no los estés cargando.
Date cuenta del eje que va desde la base de tu cuerpo hasta la coronilla.
Lentamente, realiza un escaneo de tu cuerpo, de la coronilla hacia la punta de tus pies.
Toma una inhalación profunda por la nariz y exhala por la boca (tres veces).
Retoma la respiración por la nariz y siente cómo, cuando inhalas, tu cuerpo se expande y cómo, cuando exhalas, tu cuerpo se contrae.
Descansa tu atención en la expansión y contracción que acompaña a tu respiración, no la controles, solo obsérvala y nota cómo, con la atención, tu respiración cambia.
Si te distraes, regresa suavemente al flujo natural de tu respiración, expandiéndose y contrayéndose.
Realiza esto durante 10 minutos.