Por María Islas
Siéntate en una postura que te sea cómoda, con la espalda recta, no tensa.
Relaja los brazos y deja que las palmas de tus manos descansen sobre tus piernas.
Cierra ligeramente los ojos, siente que hay un solo eje desde la base de tu cuerpo hasta la coronilla y nota que tu cabeza es una extensión de tu columna.
Toma una inhalación profunda por la nariz y exhala tres veces por la boca.
Retoma la respiración por la nariz y lleva tu atención al aire entrando y saliendo de tus pulmones.
Date cuenta de cómo el aire entra con una temperatura fría y sale con una temperatura caliente.
Descansa tu atención en la entrada y salida del aire en la punta de tu nariz, no controles tu respiración, solo obsérvala.
Si te distraes, regresa suavemente al flujo natural de la respiración, entrando y saliendo por la punta de tu nariz.
Haz esto durante cinco minutos.