Por Bruno Díaz
Cuando todo termina, algo nuevo comienza… El día se abisma en la negra noche y esta se detiene cuando el día se abre camino en ella.
La ceniza ha de volar con el viento para abrir espacio a lo nuevo, que surge sobre, gracias y, a través de lo viejo.
Nadie baila con una fotografía o se gasta el dinero de ayer, ninguno ha podido disfrutar el vino que ya se agrió. Lo que vivimos es el instante teñido de esta realidad que conocemos, de un lado que llamamos externo, los ciclos cambiantes y eternos y del otro lado que le decimos “interno”, nuestras emociones y sentimientos, pensamientos e intuiciones. Ambos universos que, en realidad, son uno inefable e inexpugnable convergen en la frontera entre dentro y fuera que es el “yo”…
¿Si vuelves a leer eso, no cambia tu perspectiva acerca del “yo”, ese yo tan manoseado, vapuleado y menospreciado –últimamente por intentos supuestamente espirituales de erradicarlo? Aquí va de nuevo: El yo es la frontera de los universos externo e interno…
Y ese yo, va aprendiendo poco a poco a estar aquí. Desde ‘aquí’, sabemos que no hubo, hay o habrá otro lugar a donde ir… Siempre ‘aquí’.
Bruno Díaz